Necesito que me vengas a salvar, así como hacías antes. Tu voz a la mitad de la noche, una palabra, un gesto. Algo.
En las madrugadas solía estar mareada. A menudo confundida. Una vez viniste y me encontraste en el medio de la gente. En ese momento me sentía tan perdida que ver tu cara entre tanta irrealidad fue algo increíble. Y el diálogo siempre era el mismo.
-¿Estuviste tomando?
-Gracias por venir.
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