Cada tanto me gusta sentarme frente a la computadora con un documento en blanco, deseosa de volcar mis ideas. Esas ideas que fluyen dentro mío pero que no puedo identificar. Se me escapan entre los dedos como si fuese una tela suave y corrediza. Como cuando haces un vacito con tus manos intentando juntar agua, pero se te resbala y se cae.
Pero después de horas de ver la pantalla me doy cuenta: es inútil. No se que escribir. No estoy pensando en nada. No tengo ideas. No me pasa nada. Estoy en blanco, estoy vacía.
Quisiera que me pasen más cosas en la vida. Quisiera volver unos 15 o 20 años para atrás, cuando cada cosita que ocurría era un drama terrible, las palabras me brotaban y se me trababan los dedos apurada por registrarlas. Quisiera agrandar cada situación y convertirla en algo que me haga sentir interesante.
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