debajo de una llovizna gris
que le dejaba el rostro como a un querubín.
Yo, allá
perdido en las veredas
del “sálvese quien pueda”
de la ciudad.
Ella, aquí,
sonriendo de tal forma
igual a una Gioconda
sin tiempo ni fin.
Yo, aquí
hablándole de cosas
como recientes rosas
de un claro jardín.
Me dijo: no tengo apuro,
yo me sentí un celofán.
El viento andaba en un zaguán.
Ella, azul,
parada en su juventud,
pintaba las palabras
de aquí a Estambul.
Yo, punzó,
siendo feliz a muerte,
peleándole a la suerte
sin ley ni perdón.
Mientras bajaba la lluvia
subía la oscuridad,
vagamos entre la bruma
y nos empapamos más.
Ella, allí,
bruñendo algún enigma,
ángel de la llovizna,
me dijo al partir, algo así
(no pude casi oírla)
que se llamaba Odilia
o Hercilia.
Letra y Música: Manuel Sandoval. Escrita para esa mujer increíble, hace muchos muchos años. Ella me prohibió publicarla, pero no pude hacerle caso. Es demasiado hermosa como para dejarla pasar. ¡A vos te amo con todo mi corazón! ¡Y como me cuesta decirlo! ¡Nunca vas a leer esto, (menos mal) pero igual lo digo por acá! (Seh, soy increíblemente looser, y bastante fracasada)
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