Dicen que tenemos dos pulsiones fundamentales, primitivas, esenciales. Ellas son las que rigen en algún punto todos nuestros actos. A veces me gusta imaginar que es cierto.
No hace mucho, construí un barquito, levé anclas y me embarqué en busca de ambas, de alguien que las personifique en el amplísimo mar interno que compone mi ser. La isla del Eros, es decir, la de la pulsión de vida, la positiva, la ¿Feliz? quedaba 1000 km hacia el Este. La isla del Tánatos, que por contraposición, se define presumiblemente como la isla de la pulsión de muerte, la negativa, la infeliz, quedaba 12 km al Oeste.
Como las distancias descritas lo sugieren, suelo mantenerme cerca de la isla de Tánatos. Es segura, porque ya se lo que ahí me espera. Es terrible, pero es una fatalidad conocida, familiar, nuevamente, segura. Las aguas son muy calmas cerca del Tánatos, por lo que no me costó navegar hasta ahí. Al desembarcar me estaban esperando para darme la bienvenida.
Siguiendo el protocolo, me inquirieron acerca de mis intenciones.
G..: -¿Motivo de su visita?
Yo: -Vine a ver a T..
G..: -¿Quiere que le preparemos alojamiento?
Yo: -No, vengo de pasada.
Me abrieron paso y entré a una habitación enorme, pintada de gris. No tenía ventanas y en el techo había una pantalla gigante que proyectaba la imagen artificial y estática de un cielo nublado.
T..: -Hola, ¿De nuevo acá?
Yo: -Si, pero no por lo mismo que antes
T..: -¿Y a qué viniste?
Yo: -A decirte que me voy
T..: -No me digas ¿Escucharon? ¡Se va! Y contame, querido, ¿a donde es que te vas?
Yo: -Me voy a buscar el Eros
T..: -Ah, mirá que bien. Sabés que te podés caer, lastimar, ahogar, te podés matar querido. Sabías eso, ¿no?
Yo: -Lo se.
T..: -Mientras más lejos vayas, más vas a sufrir al volver ¿Eso también lo sabías?
Yo: -Si
T..: -Y contame, querido, ¿Por qué esperaste tanto para emprender tan peligroso viaje?
Yo: -Porque ahora tengo una razón
T..: -Ah, tenés una razón ¡Tiene una razón! Que bueno querido, y contame, ¿Cual es la razón?
Yo: -Ella
T..: -¿Y tiene nombre ella?
Yo: -Tiene muchos
T..: -Nombrá uno
Yo: -Seren
En ese momento me di media vuelta y me fui. Continuó gritando durante toda mi estadía en la isla, durante todo mi camino por tierra.
Al llegar a la costa, volví a embarcarme. Hacia el Eros. Hacia ella...
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Okey, no se si tenía permitido subir esto al blog. Tenés derecho a quejarte, y pedirme que lo saque. Pero me pareció un texto tan lindo que no pude permitirme el dejarlo ahí guardado. Pido disculpas desde ahora, por las dudas. Ah, ¿ya te agradecí? G R A C I A S (y eso es quedarse corto!)
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