27.2.12

Creí que estaba a salvo.

Si sangro me estoy mintiendo.
Si lloro me digo la verdad.
Pero si sangro y lloro al mismo tiempo que me río con una fuerza aguda que nace de lo mas profundo, solo entonces llego al equilibrio.
Al equilibrio ideal de mis locuras de miércoles (o jueves, viernes, sábados..) a la noche, cuando otra vez escucho un golpe seco en la pared del living, un golpe que retumba en el piso del baño. Y despego la oreja del piso, solo un poco, y escucho voces.
Ahora silencio.
Ya te fuiste hace varias estaciones.
Pero el tormento vuelve siempre, con otro nombre, otra figura y otros problemas.
Ya no sangro ni lloro, ni río en equilibrio. Solo me quedo muy quieta y te miro con desprecio. No te banco, no te banco, no los banco. Nunca los banqué. Juré odiarte aunque se que debería amarte, porque sos de mi misma sangre, y así debería ser. Y me mirás con esa sonrisa que aborrezco, y me deseas suerte una vez mas. Me das un poco de pena.
A veces los confundo. Son tan distintos y a la vez tan iguales. Parecida mirada perdida, parecido amor no correspondido. ¿Qué debo hacer si no es odiarlos? ¿Acaso debería amarlos? ¿Renunciar a todo lo que cultivé en 6 años? ¿Deshacerme de mi inspiración mas leal y oscura?
Porque mi desdén hacia ellos es siempre mi mejor musa.

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