5.2.20

Pasó tu cumpleaños y no te mandé un mensaje. Sin embargo te pensé toda la semana.
Ahora se acerca San Valentín, y esta vez al cine tendré que ir sola.
¿Que me importa?

19.9.19

Agradezco la distracción de tantas ocupaciones, corridas, y ansiedades.
Agradezco que me vengas a salvar.
Agradezco una nueva esperanza.

16.9.19

Delirios monstruosos

Hay un monstruo que habita en mi.

Hay un monstruo que cada tanto despierta, me sacude, y me dice: ¿Qué hacés tan feliz? ¿Quién te creés que sos? Acá no somos felices, acá sufrimos las cosas simples como si fueran catástrofes, acá las heridas no sanan tan fácil. 
El monstruo no sabe que yo sé que cada tanto está dormido. Cuando él duerme, yo respiro tranquila. Bueno, tan tranquila como se puede estar, a sabiendas que hay un monstruo pasivo-agresivo habitando en mis entrañas. Cuando él no está (o mejor dicho, cuando él no me controla) la vida se siente mas ligera; casi pareciera que finalmente decidió abandonar mi cuerpo y me sacó su peso de encima. Pero no es así, obvio que no es así. En algún momento decide resurgir y al despertar ocupa todo mi interior, empuja las paredes de mi cuerpo, y yo me encojo, me encojo, me encojo. En un rincón chiquitito, al borde de desaparecer, espero que pase. Hundida por el peso de su monstruosidad.
El monstruo despertó por primera vez cuando yo tenía 13 años y por un largo período de tiempo no se durmió. Se aferró a mi y con un grito desgarrador me hizo saber que nunca más se iría. Y acá estamos, 13 años después, habiendo compartido la mitad de mi vida. Y cuando soy feliz, el monstruo abre un ojo perezoso y se ríe entre dientes, como diciendo de una forma maliciosa y, después de tantas aventuras emprendidas juntos, un tanto cariñosa... ahora me toca a mi.

12.9.19

Amor millenial

Me están pasado tantas cosas buenas que quiero contarte..

Todos los días abro el WhatsApp y busco tu nombre entre las últimas conversaciones, dispuesta a contarte sobre ese 10 que me saqué en History II, o sobre esas jornadas de las que voy a participar como expositora.

Y todos los días me acuerdo
que desde abril
 no estás entre mis últimas conversaciones.

17.8.19

Esta lluvia la convoqué yo.

A veces me gusta el rugir de la tormenta (es que siempre la precede a la calma).
Hoy mi calma parece no llegar; se perdió en un rincón de la capital federal, en alguna zona cercana a Libertador. Hoy deambulo por el aire, floto, me pienso, te reflexiono ¿Es esta tormenta necesaria? Me pregunto, también, si en Nuñez ruge tan fuerte; tan fuerte como para espantar tu propia calma.
¿Estará tu calma en Munro, quizás?

Anoche soñé otra vez con él, su mamá, su hermano. Me devolvía el libro que sigue teniendo guardado. No me hablaba; en mis sueños ya no me habla. En mis sueños tampoco sonríe.

En esta tormenta quiero salir corriendo a buscarte. Quiero ver si estás abrigado, esperando que pase y que llegue tu calma.
Después salgo y veo lo fuerte de esta lluvia y decido que no vale la pena.
Tal vez es sólo cuestión de ESPERAR.

10.8.19

En mi cabeza hay una revolución gestándose. Una parte de mi, quiere saber de vos. La otra, no tanto.
Encima anoche soñé con vos y con tus amigos; cenábamos en la casa de uno de ellos. En mi sueño vos y yo no estábamos juntos ya; era todo muy incómodo. Y yo era tan social como siempre, hablaba con todos, me reía, tomaba. Y vos llegabas y eras todo caras serias y pocas palabras (nada fuera de lo ordinario.)

Me levanté angustiada, porque me di cuenta de qué era lo que me pasaba:
No te extraño a vos. Extraño tener a alguien. Extraño salir de noche y tener a donde quedarme a dormir. Extraño un cuerpo junto al mío. Extraño tener a alguien a quien mandarle un mensaje cuando me pasa algo lindo. Extraño tener una relación.

Pero  no extraño N U E S T R A relación.

Ay, qué carajo quiero, ya no lo sé.

31.7.19

Me estiro ancho y tendido, con brazos como ramas
Si quisiera, podrían mis manos tocar tu cara a la distancia
Pero hoy prefiero hacerme bolita y quedarme abajo de las sábanas

25.7.19

Un gran signo de interrogación pintado en la frente


Desaparecimos el día en que dejaste de conquistarme.
Desaparecimos porque creíamos que eso era amor. ¿Era amor?
No estoy muy segura ya.

24.7.19

Aléjese, pequeño machista

¿Viste cuando una persona 
te puede hacer sentir tan especial 
y al mismo tiempo tan horrible?
Bueno, así era el.

Fue corto, demasiado corto, y por suerte fue así. Y fue intenso, tan intenso..
Me tranquiliza saber que yo no lo pedí, yo no lo busqué. Era su manera de ser, de expresar. O tal vez era todo un juego. Qué se yo. Por suerte está bien lejos ahora, porque con el pasar de los días me di cuenta de que tenía cierto grado de machismo en sangre, y eso es peligroso.

1.5.19

Revolviendo pensamientos viejos



Mi yo de hace 4 años, pasando por una crisis existencial, dejando una carrera universitaria tras 4 años de cursada, atravezando un gran pozo en la vida y cargada de dudas escribía:

"Y estoy avanzando cada vez mas rápido, lista para convertirme en la mejor versión de mi misma."

Hoy en día, con una crisis completamente distinta y con otras decisiones tomadas, pero casi igual de fuertes a las tomadas en el 2015 (aunque de un área de la vida diferente), el mensaje sigue estando vigente.

Tal vez mas fuerte que nunca.

La nena que se cuestionaba

Al principio lo aceptaste. Te clavaron un vestido para ir al cumpleañitos de tu amigue del jardín. Ay, pero que linda se ve. ¿no parece una princesa?  Subirse al pelotero costó un poco más de lo esperado, pero te las arreglaste como una campeona. El problema fue que en el medio del juego inocente, viste a unos nenes riéndose y señalándote. ¿Qué pasa? ¿Qué pasa? ¿Qué pasa? Te preguntaste, seguro. A (inserte su nombre femenino aquí) se le ve la bombacha.

Un día te regalaron un kit de cocina. Y soñabas con ese juego de té que simulaba ser de porcelana. Mientras tanto, a tu primo le regalaron para navidad tremendas pistolas de agua. ¡Qué divertido! ¿Cómo no se me ocurrió pedirle a Papá Noel una de esas pistolas de agua? ¿Será que en la publicidad de la tele solo los nenes las tienen? Te preguntaste, quizás.

Un día, en plena pre adolescencia, entraste a un colegio católico. Pasaste del guardapolvo al uniforme. Te preguntaste por qué no te tocaba pollera a tablas o cuadrillé, como en las películas. Pero aceptaste esa pollera horrible, azul, lisa y aburrida, sin cuestionarte porque a vos te tocaba pollera y a los nenes les tocaba pantalón. Un día de calor tuviste gimnasia, y te enteraste que las nenas no podían usar short para esa materia. ¿Por qué? preguntaste. La respuesta, entre líneas, decía que como ya tenías 11 añitos, empezabas a tener cuerpito de mujer. Y claro, podías generar algún tipo de “incomodidad” en la mente de tus compañeritos varones. ¿Solución? Pantalón largo aunque sea pleno marzo, o esa pollera horrible con la que apenas podías moverte. Claro está, los niñitos usaban shorts y corrían libremente. Tu mente quizás recordó el día cuando te costó subirte al pelotero usando vestido.

Un día empezaste el secundario y te dio vergüenza ponerte una bikini, seguro. Y otro día fuiste a comprarte un jean a (inserte marca famosa de indumentaria femenina) y el talle más grande no te entró. Te frustraste, te dijiste gorda, y te aceptaste como tal. ¿Por qué las mujeres de la tele son tan perfectas?  Te preguntaste, seguro. Soñaste con el vestido perfecto para tu fiesta de 15. Y a las primeras fiestas a las que fuiste le robaste ropa a tu mamá, porque la tuya era de nena. Y muy probablemente en alguna de esas fiestas algún compañero te robó un beso aunque no querías. O tal vez no te lo “robó” pero tanto insistió que dijiste que “sí”. Quizás por miedo al qué dirán después. Probablemente en alguna ocasión alguno te tocó sin pedirte permiso. ¿Te obligaron a tocarlos a ellos? Conozco a muchas a las que con tan solo 13 años les pasó. Seguro te cuestionaste ¿Me pasa sólo a mí? No te animaste a preguntarles a tus amigas para no quedar como una puta. ¿Seré una puta por besarme con un desconocido en un boliche? ¿Por qué si mi compañero varón se chapa a 5 en una noche es un capo, y si yo me chapo a 5 soy una trola?

Y ni hablar de caminar por la calle, ¿no? Un día finalmente aceptaste (y bajaste la cabeza ante ese hecho) que ir al almacén de la esquina significaba pasar por la obra de la casa de enfrente y comerte un par de chiflidos. A los 11 no entendías, seguramente, lo que esos hombres Te gritaban. Sólo sabías que te generaba una incomodidad, una sensación extraña adentro tuyo. Tal vez caminaste de más con tal de escapar a esos comentarios.  Tal vez alguna vez te pasó que un hombre te mostró el pito en plena luz del día, en plena calle, en pleno transporte público. Más de grande tomaste más conciencia y te empezó a dar miedo, por ejemplo, subirte a un taxi sola. Seguro cruzaste de vereda alguna vez, para evitar un comentario desubicado. ¿Podré caminar libremente alguna vez? Te preguntaste mil veces.

Un día arrancaste a salir de noche. En los boliches te pasó que entrabas gratis sólo por ser mujer ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué?  cuestionaste. Era “Ladies night” y todas las mujeres entraban gratis. Pero claro, seguro te comiste una mirada de arriba abajo por parte del patovica. ¿Te pasó que te toquen el culo 50 veces en una noche? ¿Qué te saquen a bailar y que a los dos pasos te tiren la boca? ¿Y que cuando le dijiste que no te dijeran puta, calienta pijas? ¿Y que estés bailando y pase uno y te toque la cara, el pelo, las tetas, lo que sea, haciéndose el capito, pensando que así te va a conquistar? ¿Que te agarren la mano a la fuerza para sacarte a bailar? ¿Salir del boliche de madrugada, y que cuando estás volviendo te siga un auto por la calle?

Un día decidiste que querías ser ingeniera. Tal vez algún macho de tu entorno familiar se rio de vos y te dijo que era una carrera de hombres. Y seguro el primer día te preguntaste ¿porqué de un aula de 100 alumnes, solo 10 son mujeres? Y un día un profesor se burló de vos por no poder resolver un ejercicio. Y otro día un profesor te tiró una propuesta indecente para poder aprobar ese parcial.  Y otro día te recibiste y cobraste menos que tu compañero varón.

Un día te gritaron algo por la calle.
Un día te negaron un puesto laboral por el simple hecho de no tener pito.
Un día te tocaron en el tren.
Un día te ofrecieron un mejor puesto a cambio de sexo oral.
Un día te obligaron a sentir una erección.
Un día te violaron.
Un día te mataron.
¿Será que tendría que haber nacido hombre? Te hicieron preguntarte.

let go


Me abrazé fuerte, fuerte y te solté la mano.
Hace tiempo venía nadando contra la corriente, impulsándome con tanta fuerza y determinación que me convencí de que hacía lo correcto. Es que me gustó eso de ser independiente, y de llevarnos adelante el mundo para los dos. Te serví en bandeja lo que me pediste, tantas veces y con tanta predisposición, que me creí el papel que me tocó.
Ahora lo sé, en serio lo sé.
Nunca "me tocó", simplemente me lo ofrecieron y yo creí que era la única opción. La acepté. Bajé la cabeza, me rendí.
¿Tan poca autoestima tuve?
Se ve que si.

21.3.19

Lugares

Yo sabía que iba a llegar un día
en que esos lugares
que me recordaban a ciertas personas
que me daban un malestar en la boca del estómago
o me llenaban los ojos de lágrimas furiosas
algún día se convertirían
en sólo lugares.